lunes, 1 de junio de 2009

La historia de los tripletes

El triplete. La triple corona. El trébol. La denominación de este hito en la Historia del fútbol puede pasar a segundo plano, ya que pocas veces el mundo entero ha sido tan unánime en el reconocimiento a un equipo que ha ganado Liga, Copa y Champions (o la antigua Copa de Europa). De hecho, esta es la quinta vez que se produce este hecho desde que se iniciasen las competiciones europeas allá por 1956.

LOS “LISBON LIONS” DE 1967

El primer equipo en conseguirlo fue el Celtic de Glasgow en 1967. Aquel año en España, el Real Madrid se alzó con su 12ª Liga, aventajando en 5 puntos al FC Barcelona. Era el apogeo de Amancio, la etapa final de Gento y los primeros años de Pirri y Velázquez. La política de fichar lo mejor de toda España para ser el club de referencia en Europa era la que imperaba con Santiago Bernabéu. Y habían conseguido ser lo mejor de España, y de Europa, justo un año antes, con la consecución de la sexta Copa de Europa. *En la imagen, Bobby Lennox.

Pero ese 1967 se dio una circunstancia especial. El Celtic ya tenía Liga y Copa escocesas y llegaba a la final con el Inter de Milán como claro favorito para llevarse la Copa de Europa. El equipo entrenado por Helenio Herrera contaba en sus filas con el capitán, Armando Picchi y con uno de los mejores delanteros de la historia: Sandro Mazzola. Por el contrario, el Celtic, entrenado por Jack Stein, estaba formado por jugadores que habían nacido, absolutamente todos, en un radio de 30 millas (algo más de 45 km) del estadio del Celtic. Billy McNeill, su capitán, era la versión clásica del jugador de equipo, que nace, vive y muere por el equipo que lleva en el corazón. “Si algún hombre nació alguna vez para jugar en un equipo determinado, ese hombre fue Billy McNeill y su Celtic de Glasgow... Su corazón siempre estuvo en Parkhead”. Esto dijo de él Peter Swales, presidente del Manchester City en 1989. Además, Robert “Bobby” Lennox, el máximo goleador en Liga con el Celtic con 273 goles en 571 partidos (curiosamente siendo extremo izquierdo), llegaba a la final con 24 años, y con la punta de velocidad que le definiría en su carrera. Volvió loca a la defensa del Inter...

2-1 para el Celtic, y año para la Historia del club. A aquella generación de futbolistas se la conocería a partir de ese momento como los “Lisbon lions” (leones de Lisboa), por haber sacado lo mejor de sí mismos ante un rival como el Inter en la final, que se disputó en el Estadio Nacional de Lisboa.

CRUYFF Y EL FÚTBOL TOTAL DE 1972
1972 consumó otra Liga más para el Real Madrid, con un Santillana en su primera temporada en el equipo. El FC Barcelona de Rexach, quedó tercero. Apenas en un año y unos meses más tarde, el Barcelona se haría con uno de los mejores jugadores de todos los tiempos: Johann Cruyff.

Pero Cruyff, en ese año 72, militaba en las filas del Ajax de Amsterdam. Tenía 25 años y estaba en mitad de su carrera deportiva. El Ajax venía de ganar en 1971 su primera Copa de Europa y de una década de los 60 en que dominó claramente el fútbol en Holanda, con 4 títulos ligueros, a los que se sumarían a comienzos de los 70, el de 1970 y el del año de su triplete, 1972. El equipo tenía una sólida base gracias a la dirección militar del técnico Rinus Michels, que confeccionó desde 1968 un combinado entre la experiencia y clase de figuras como Bennie Muller o Henk Groot y la proyección de un joven Cruyff o de Keizer. Michels propuso un juego muy táctico que permitía a todos los jugadores desarrollar todo su potencial. Fue el nacimiento del Fútbol Total. Esto transformó al fútbol, al dar énfasis en definir posiciones de campo basadas en el movimiento global del balón. Concepto que se extendería rápidamente por Europa y sentaría las bases del fútbol, tal como lo conocemos hoy.

Con una de las mejores plantillas de la Historia, que incluía a jugadores como Krol en el lateral izquierdo, Blankenburger como central, Neeskens en el medio centro, Muhren en la mediapunta y Cruyff y Keizer arriba; el Ajax pasó literalmente por encima de sus rivales en las competiciones domésticas, y se plantó en la final de la Copa de Europa ante, ironías del destino, el Inter de Milán. Aquella final la plantearon los italianos como una oda al catenaccio. Pero Cruyff, con dos goles, anuló el entramado defensivo del Inter, que se convirtió rápidamente en el equipo que más tripletes ha dado a sus rivales (perdiendo ante ellos) en la Historia.
Tras el éxito cosechado, el Ajax continuó imparable esa década. Pero la selección nacional holandesa (cuya espina dorsal era del Ajax) vivió, asimismo, la década de los casi, cuando casi ganan el Mundial del 74 frente a Alemania y cuando, de nuevo, casi ganan el del 78 frente a una Argentina, liderada por Menotti, que dejó fuera de su convocatoria a un jovencísimo Diego Armando...

1988, O LA DEUDA DEL FÚTBOL CON HOLANDA

La Quinta del Buitre había desembarcado ya en Madrid, que se proclamó campeón de la tercera de sus famosas cinco ligas consecutivas (de la 85-86 a la 89-90). Mientras el Real Madrid cosechaba título tras título, esa liga que finalizó en 1988 dejaría al FC Barcelona en 6º lugar, y con una crisis deportiva de escándalo. Llegó, como años atrás, Johann Cruyff, el 4 de mayo de ese año, para remodelar la estructura deportiva del club tras un exitoso paso por el Ajax como entrenador.

En Europa, la todavía Copa de Campeones había pasado por una época de dominio del Liverpool de Keegan y Clemence y “sorpresas” como la Copa de Europa que ganaron el Hamburgo, el Steaua de Bucarest o el Oporto. En 1988 el fútbol quiso devolverle a Holanda las glorias internacionales que debió haber cosechado en los 70 (y que consiguió parcialmente el Ajax). Holanda siempre sintió que mereció más en las finales de los Mundiales, y deseaba nuevos títulos. Primero, con la Copa de Europa del PSV Eindhoven; segundo, con la Eurocopa frente a Alemania.

El PSV llegó a la final de la Copa de Europa con un equipo diseñado para ganarla. Guus Hiddink consiguió reunir una zaga de lujo (con Ronald Koeman o Eric Gerets), con jugadores de inmensa calidad como Soren Lerby o Wim Kieft. El partido, no obstante, no se decidió hasta los penalties, momento en que surgió Hans Van Breukelen, uno de los mejores porteros de los 80 e indiscutible en la selección Oranje. Paró el penalti decisivo y la Copa de Europa volvió a Holanda.
Asimismo, la Eurocopa de selecciones cayó del lado holandés, al vencer en la final a la URSS por 2-0. La final será recordada por un gol que está enmarcado entre los mejores de la Historia. Fue una volea imposible que enganchó un joven jugador que acababa de fichar por el AC Milan. La leyenda de Marco van Basten acababa de comenzar.

EL EQUIPO QUE CREYÓ HASTA EL FINAL

Como un círculo, parece que la Historia del fútbol se puede unir mediante conceptos relacionados. En 1999, una vez más, Holanda está presente. Esta vez no fue a nivel internacional, pero gracias a jugadores de ese país, el FC Barcelona ganaba su primera liga en un año de triplete: la conexión tardaría en culminar 10 años más. Con la llegada de Louis van Gaal, el Barcelona se llenó de jugadores holandeses que, prácticamente, hacían irreconocible al equipo. Pese a todo, se impuso en Liga con 11 puntos de ventaja sobre el Real Madrid, y con un Rivaldo en pleno apogeo de su carrera. Xavi empezó a tener minutos ese año...

Pero en Europa se esperaba mucho del Real Madrid. El gol de Mijatovic en Amsterdam el año anterior daba al Madrid la ansiada “Séptima”. En ese 1999, cayó frente al Dinamo de Kiev de Andryi Shevchenko, que se metió por vez primera en semifinales de la competición. El Manchester United y el Bayern de Munich se deshicieron de todos y cada uno de los rivales hasta llegar a una final inédita. No había grandes apuestas a favor de uno u otro. El planteamiento del conjunto alemán fue controlar el partido con un mediocampo poblado (Effenberg, Jeremies, Basler), una defensa con líbero (Matthaus) y al hombretón Jancker a bajar balones al piso. Y el seguro en la portería: Oliver Kahn. Por el contrario, el Manchester utilizaba un juego más vertical, con el que había conseguido dominar el fútbol inglés en la década de los 90. Peter Schmeichel bajo palos, defensa de 4 rocosa, con Stam y Ronny Johnsen en el centro, Giggs, Beckham y Nicky Butt en la creación y Yorke y Andy Cole en la punta.

El partido se decantó pronto para los germanos, que con un gol de libre directo de Mario Basler se adelantó en el minuto 6. Desde ahí hasta el tiempo de descuento fue un monólogo: el Manchester intentándolo todo y el Bayern a esperar una contra. Y, en uno de esos días en que fútbol es más que fútbol, se produjo lo imposible. Con la tablilla indicando 3 minutos de descuento ya mostrada y con el arquero, Schmeichel, en el área bávara para rematar un córner a la desesperada, un balón suelto fue rematado por Sheringham a la red, dando el empate a los Red Devils. Tras el saque de centro, nuevo córner apenas 40 segundos después. Solskjaer puso el impensable 2-1 y acabó con la moral del Bayern. En 1999, además de un valioso triplete, el Manchester United dejó para la Historia una de las mejores finales de todos los tiempos. Las imágenes de los jugadores del Bayern tirados como trapos sobre el campo, consolados por el árbitro, no tienen precio.

EL GOL DE INIESTA Y EL CABEZAZO DE MESSI

Diez años después, el FC Barcelona ha conseguido lo que parecía imposible. Acabar con dos años de monopolio blanco en Liga, conseguir la Copa del Rey y recuperar el trono de campeón de la Champions. Todo ello con la misma base heredada del año anterior, que se consideró un fracaso. Guardiola, técnico que venía de luchar con el filial por una plaza a Segunda B, se hizo cargo del equipo en verano. El fútbol control del Barcelona ha sido la tónica este año desde su llegada y su implantación de un “sistema Cruyff” adaptado a estos tiempos.

La Liga se decantó pronto, a pesar de un Real Madrid de récord que no pudo hacer nada contra este equipo imparable. La copa, con rotación incluida, merece un capítulo aparte. 4-1 y sin despeinarse. La Champions costó más. Hasta el gol de Iniesta en semifinales en Stamford Bridge, parecía que el Chelsea acabaría por ganar el partido con su propuesta rácana de juego, muy físico, eso sí.

En la final, se enfrentaban el último ganador del torneo (que nunca había perdido una final) y el aspirante. Duró diez minutos la propuesta extraña de Ferguson, con Cristiano Ronaldo arriba solo, y sin Berbatov ni Tévez de inicio. Etoo pareció sorprenderse y no comprender que el gol que metió no era el primer gol que metía en una final de Champions. 1-0 y el Barcelona tenía 80 minutos por delante para destrozar con su juego al Manchester. Pero, sin duda, lo más extraordinario de la noche fue el gol de Lionel Messi. No porque fuera bello (que lo era), no porque fuera importante (que lo era), sino porque sencillamente da una idea de lo que es el Barcelona: uno de los más bajitos sobre el campo (sino el que más) metiendo un gol de cabeza. 2-0, y mero trámite hasta el final del partido, ante los aspavientos y malos gestos de Cristiano.

Se hablará, y mucho, de esta gesta, pero es muy probable que no nos demos cuenta de lo que significa hasta que no pase el tiempo. Porque el tiempo actúa como poción embalsamadora, y todo lo que ocurra hoy, todo lo que representa que un equipo español consiga el triplete, se verá con perspectiva cuando el siguiente equipo lo consiga. Muy probablemente, dentro de unos años.

3 comentarios:

  1. solo decir q el PSV gano la copa de europa sin ganar ni un solo partido en la fase final del campeonato, aunke parezca mentira paso siempre por empates y ventaja de goles

    ResponderEliminar
  2. Sí, es cierto. No sé porqué no lo puse... Gracias por la apreciación amigo!

    ResponderEliminar
  3. Sin menospreciar creo que son más valiosos los tripletes de Manu y barça ya que los otros equipos se podían centrar más en competiciones europeas al tener rivales débiles en sus ligas

    ResponderEliminar